Todos tenemos referencias de relaciones que son enfermizas desde sus inicios, bien sea porque formamos parte de ellas, o debido a que conocemos muy de cerca la dinámica de interacción de una de estas. Para nadie este tipo de relaciones es sinónimo de salud e ideal emocional, en efecto, tanto para aquellos que la viven como para quienes solo la observamos, estas relaciones son un todo tormentoso y tóxico que se apodera de la vida de quienes pasan a través de ellas atrapándoles en un espacio afectivo del que no se desea ni se puede escapar.
Ahora bien, ¿cómo un sentimiento que parece ser la clave para la felicidad se termina convirtiendo en el veneno para el optimismo?, ¿cómo elijen algunas personas quedarse en estos círculos viciosos de relación?. Desde que nacemos somos guiados por un entorno social y a lo largo de nuestras vidas vamos desarrollando nuestra ideología acerca del mundo, definiendo diversas formas de percibir los acontecimientos que nos rodean. Es así como vamos construyendo un concepto con respecto a las relaciones sociales, estructurando incluso nuestros modos de actuación sobre ellas.
Cabe señalar que la tenencia básica e innata del ser humano es la tendencia al vínculo, al apego, y este nace desde la relación de fusión y dependencia con la madre movilizándose evolutivamente hacia establecer conceptos de diferenciación e individuación con los demás, esto como premisa básica del desarrollo.Desde este punto de partida, todas las personas buscarán en algún momento de su ciclo vital una relación de pareja, ya sea estable, inestable,breve, prolongada en el tiempo o una combinación de estas variables.
Entendido esto, es claro que la dependencia emocional es una condición que está íntimamente ligada a la cultura de vida del sujeto y que surge a partir de la educación emocional, encargada de enseñarnos como sentir, cuando y con quienes, lo que va definiendo nuestras prácticas sociales en relaciones afectivas y así mismo construyendo la identidad de dependiente emocional o independiente emocional.
De este modo, las necesidades afectivas insatisfechas durante la niñez gestarán adultos con patrones de vinculación no adaptativos y dependientes emocionalmente, puesto que su búsqueda estará ligada a satisfacer o subsanar carencias emocionales mediante el establecimiento de relaciones interpersonales muy estrechas, adictivas y excesivas, subordinandoa la otra persona a un apego ansioso y envolviéndola enuna relación autodestructiva caracterizada porinterpretaciones erróneas del concepto y alcance del amor. Bajo estos argumentos el dependiente emocional constantementesublima y admira al otro a tal intensidad que se produce una vinculación de tipo enfermiza, en lugar de crear vínculos emocionales recíprocos y de calidad.
Por desgracia este tipo de relaciones son demasiado frecuentes hoy en día, y la condición de dependencia ocurre principalmente en mujeres.Esta afección que llega a veces a ser considerada como patología tiende a tener un patrón crónico a lo largo de la vida de la persona.Conociendo esto, ¿cómo saber si se sufre de dependencia emocional? y ¿cómo reconocer una relación enfermiza?, los expertos en salud mental plantean algunas premisas para ayudarnos a resolver estas interrogantes
- Un dependiente emocional es una persona altamente absorbente, por ende en su patrón de relación veremos chequeos constantes a la pareja traducidos en llamadas, mensajes, interrupciones en sus sitios de trabajo y esparcimiento.
- Se constituyen como personas de baja autoestima, de allí que a pesar del esfuerzo que hace por los demás, siente que estos no les valoran. En oportunidades esta baja autoestima es la clave para entender porque deciden quedarse en una relación pese a los malos tratos tanto físicos como emocionales que le pueda suministrar la pareja.
-Estas personas presentan un bajo autoconcepto, de modo que antepondrán las necesidades y opiniones del otro por sobre las suyas, buscando en su relación la constante aprobación para ser feliz.
-Finalmente, estas personas magnifican e idealizan la relación y a la pareja, a tal punto que acaban teniendo una idea irreal y fantasiosa acerca de la misma. Bajo este patrón, las relaciones enfermizas son reconocibles a simple vista, y lo que resalta como indicador primario es que un miembro de la pareja ama a tal punto al otro que se olvida de la idea de amarse a sí mismo, condicionando su desarrollo personal y encaminándose a su autodestrucción.
Estos esquemas de relación pueden llegar a producir cuadros de ansiedad y depresión tan severos que se constituyen como un riesgo en la integridad personal del dependiente. En relación con esto, ¿cómo tratar la dependencia emocional?, muchos autores plantean argumentos sencillos que están condensados en estos principios para alcanzar la independencia emocional:
1.- Fortalecer el autoconcepto y la autoestima.
2.- Incrementar los espacios de autonomía.
3.- Diseñar proyectos y metas de vida personales.
Con estos principios en mente se entiende que sólo puede alcanzarse la independencia emocional cuando todos nuestros roles estén debidamente equilibrados. De ahí que al lograr la madurez afectiva, el acto de amar no será tan cautivante e intenso como para anularnos, ni tan distante y austero como para enfriarnos, obteniendo un punto medio, donde el amor existe y la pareja se nutre entre ella.
En conclusión hay muchas formas de amor, pero este de ninguna manera debe comprometer tu dignidad personal. Por ende amar sin apego es amar sin imposición, es amar con independencia, poder ser tu pese a estar con otra persona. Desde esta óptica queda claro que las medias naranjas y las almas gemelas realmente no existen, se tiene que trabajar en la relación si se desea ser efectivamente feliz.
Fuente :WWW.NOTIFALCON.COM
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