En tiempos de enaguas y sombreros, nadie se preguntaba si el caballero luego de cotejar a su dama se iba de copas con otras mujeres por ahí. No porque no lo hiciera, sino porque constituía, tal vez, un tema tabú del que nadie se hacía responsable.
En la actualidad, en cambio, la infidelidad es un asunto a la orden del día, del cual muchos hasta se hacen cargo sintiendo más orgullo que vergüenza. Porque la popularidad de la sociedad moderna está más ligada a apariencias que sentimientos, y caer en la tentación resulta más sencillo y satisfactorio.
El tema de la infidelidad en la adolescencia se torna más complejo puesto que para que se produzca esta traición en el amor tienen que haber dos condiciones básicas: la primera, tiene que haberse dado una clara y consciente promesa de fidelidad previamente; la segunda, la persona tiene que estar en su total sano juicio y ser dueña absoluta de sus actos y voluntades para que la traición sea considerada como tal.
Pues bien, en el caso de la adolescencia estos dos requisitos no siempre son comprendidos ni se pueden sostener fácilmente puesto que el joven adolescente no puede prometer algo que todavía le cuesta mucho cumplir. Y es que se encuentra en una etapa de cambios, investigación y aprendizaje de distintas emociones entre ellas la del cambio de pareja o la de los vínculos livianos y frágiles.
Es una etapa en la que los adolescentes atraviesan grandes fluctuaciones de sus estados de ánimo e impulsos incontrolables muchas veces debido a los cambios biológicos. Estos normalmente hacen que ellos desborden los límites y no puedan mantener la palabra dada ni con ellos mismos. Por ello, al hablar de infidelidad adolescente lo haremos siempre con la prudencia y mesura con que estamos hablando, es decir de un ser cuyo cuerpo, emociones y psiquismo está en etapa de cambio y no siempre en condiciones de hacer este tipo de vínculos estables.
La adolescencia, es un periodo de transición, una etapa del crecimiento que marca el final de la niñez y la llegada de la adultez. Para muchos jóvenes la adolescencia es un periodo de incertidumbre e incluso de desesperación; para otros, es una etapa de amistades eternas, de aflojamiento de ligaduras con los padres y de sueños acerca del futuro. Pero en todos ellos, el tema del amor y de los vínculos de pareja están atravesado permanentemente por fluctuaciones entre el amor y la venganza, entre los celos y la seducción, mostrando así una incapacidad de considerar firmeza en sus decisiones.
Un adolescente que inicia su despertar sexual puede estar aprendiendo el modo y la manera de relacionarse con su pareja. Y podría suceder que en ese aprendizaje él o ella no sepa manejar bien su curiosidad por otro chico o la fascinación que puede sentir al sentirse deseado o deseada por otros adolescentes. Esto lo puede llevar a hacer un manejo confuso en su relación y caer en esto que los adultos llamamos infidelidad.
Es una etapa de transición, ya que es la línea divisoria entre la seguridad de la niñez y el mundo desconocido del adulto. En cierto sentido la adolescencia es un periodo de transición donde unas veces sintiéndose aun niño, el joven se traiciona a sí mismo actuando como adulto, y sintiéndose ya adulto, siente el urgente fuego de volver a ser niño traicionando al adulto que estaba empezando a nacer en él.
Sin embargo, es sabido que un adolescente enamorado, que se siente querido y con una adecuada autoestima prefiere terminar la relación con su pareja, antes de iniciar la segunda. La infidelidad como tal, se ve más en adolescentes con mucha inseguridad de su feminidad y masculinidad, así como en su capacidad para amar y ser amados, y muchas veces buscan reasegurarlas con muchas parejas, siendo al final un recurso que no los ayuda en nada. Más es la sensación de inadecuación y soledad que los acompaña.
Podríamos decir que en un primer momento, y sólo en un primer momento, la infidelidad a esta edad puede ser considerada como “normal y exploratoria”, pero la tendencia natural es experimentar una relación plena.
Igualmente, es importante señalar que la infidelidad deja en el adolescente un sentimiento de haber fallado, no poder cerrar ni concluir cosas. Por otro lado, cuando un joven no puede terminar una relación para iniciar otra puede estar enmascarando una seria dificultad para enfrentar la soledad y el hecho de manejar adecuadamente las separaciones. Si bien es cierto también que, aparentemente, esta conducta le da un prestigio frente a los pares del grupo, no evita la soledad y el sentimiento de vacío que inevitablemente le invade, asociado a muchos sentimientos de culpa.
Fuente:
http://radio.rpp.com.pe/confidencias/adolescentes-infieles/
http://www.universomujer.com.ar/nota/la-infidelidad-en-el-amor-adolescente
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